Se conoce como Revolución francesa al proceso social y político
ocurrido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias
fueron:
— El derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los
Borbones
— La abolición de la monarquía en Francia
— La proclamación de la Iª República
El mismo año de 1789, cuando los colonos norteamericanos publicaban su
Constitución, estallaba la Revolución en Francia. Esta tuvo una
repercusión tal, que se la considera como el inicio de la época Contemporánea.
Causas
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Luis XVI, Rey de Francia. |
Las ácidas críticas de los escritores de la Ilustración al
sistema político imperante; el descontento general ante el fracaso de
la política exterior que obligó a entregar el Canadá a Inglaterra, y las
aspiraciones de la alta burguesía a intervenir en el gobierno de la nación,
prepararon un clima propicio a la revolución. Ella estalló al agudizarse
la crisis económica que venía sufriendo el país desde
el final de 1763.
Las causas más influyentes fueron:
— La incapacidad de las clases gobernantes (nobleza, clero y burguesía)
para hacer frente a los problemas de Estado
— La indecisión de la monarquía
— Los excesivos impuestos que recaían sobre el campesinado
— El empobrecimiento de los trabajadores
— La agitación intelectual alentada por el Siglo de las Luces
— El ejemplo de la guerra de la Independencia estadounidense
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el
Estado francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por:
— Largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV
— Mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV
— Las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763)
— El aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias
británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia
estadounidense (1775-1783).
No tardaron en constituirse en toda Francia gobiernos provisionales locales
y unidades de la milicia. El mando de la Guardia Nacional se le entregó
al marqués de La Fayette, héroe de la guerra de la
Independencia estadounidense. Luis XVI, incapaz de contener la corriente
revolucionaria, ordenó a las tropas leales retirarse. Volvió
a solicitar los servicios de Necker y legalizó oficialmente las
medidas adoptadas por la Asamblea y los diversos gobiernos provisionales
de las provincias.
María Antonieta y sus hijos. El temperamento frívolo de la reina concitó contra ella la animosidad del pueblo francés (ampliar imagen) |
En agosto de 1774, el rey nombró controlador general de Finanzas
a Anne Robert Jacques Turgot, un hombre de ideas liberales que
instituyó una política rigurosa en lo referente a los gastos
del Estado. Sin embargo, la mayor parte de su política restrictiva
fue abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio obligado a dimitir
por las presiones de la nobleza y el clero, apoyados por la reina, María
Antonieta de Austria. Su sucesor, el financiero y político
Jacques Necker, tampoco consiguió realizar grandes cambios
antes de abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición
de los mismos grupos.
La censura quedó abolida durante la campaña y multitud
de escritos que recogían las ideas de la Ilustración circularon
por toda Francia. Necker, a quien el monarca había vuelto a nombrar
interventor general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI
en que el número de representantes del tercer estado (el pueblo)
en los Estados Generales fuera igual al del primer estado (el
clero) y el segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno
de los dos llegó a establecer un método de votación.
A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad
de la nación requería una transformación fundamental
de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron
la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron
en Versalles el 5 de mayo de 1789.
Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad
francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los
nuevos métodos de votación presentados.
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El pueblo exigía la convocatoria de los
Estados Generales (una asamblea de notables formada por representantes
del clero, la nobleza y el tercer estado), cuya última reunión se había
producido en 1614, y el rey Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas
elecciones nacionales en 1788 (ampliar imagen) |
Las clases sociales que carecían de propiedades deseaban acceder
al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no tardaron
en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió
rápidamente por toda Francia gracias a los clubes de los jacobinos,
y de los cordeliers, adquirió gran impulso cuando se
supo que María Antonieta estaba en constante comunicación
con su hermano Leopoldo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
La precipitación de los acontecimientos
Para solucionar los problemas económicos, el débil
monarca Luis XVI convocó a los Estados Generales del
Reino (una asamblea consultiva) que no se reunían desde 1614.
Esta convocatoria fue exigida por los "privilegiados" (clero
y nobleza) quienes se negaban a pagar los tributos indispensables
para conjurar la crisis económica. Los burgueses se aprovecharon
de estas circunstancias y, ante la amenaza de la nobleza armada que pretendió
mantener sus privilegios, movilizaron a toda la nación.
El pueblo
salió a las calles de París y el 14 de julio de 1789,
se apoderaron de la Bastilla. Esta prisión era el símbolo
del absolutismo político y del régimen que se deseaba cambiar.
En esta jornada, una muchedumbre de artesanos, obreros, tenderos, estudiantes
y funcionarios se impusieron a las tropas reales.
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El pueblo de París respondió con la insurrección ante estos actos de provocación; los disturbios comenzaron el 12 de julio, y las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una prisión real que simbolizaba el despotismo de los Borbones— el 14 de julio. |
Durante el transcurso de los diez años siguientes a estos acontecimientos,
los ideales revolucionarios demostraron su fuerza. Se obtuvo la libertad
política, la dictación de una Constitución que dividía
los poderes del Estado para garantizar la libertad individual,
para asegurar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y
para permitir la expresión de la soberanía popular
mediante el sufragio.
A fin de defender sus conquistas ante la reacción de la nobleza
que se alió con los monarcas extranjeros, los burgueses revolucionarios
exaltaron el principio de la nacionalidad identificando a la Nación
con el Estado. Al comienzo, nadie pensó que la conquista de la
libertad desataría la violencia y la destrucción, pero así
sucedió. No solamente el Rey fue guillotinado, también muchos
protagonistas del proceso revolucionario se transformaron en sus víctimas.
En la Revolución francesa podemos distinguir cuatro etapas:
1.- La Asamblea Constituyente (1789-1791): formada por decisión
de los miembros de la burguesía en el seno de la Asamblea de los
Estados Generales convocados por el Rey; abolió los privilegios,
sometió al clero al poder civil y secularizó sus bienes,
ordenó la redacción de la "Declaración de
los derechos del hombre", y estableció el imperio de la
Constitución de 1791.
El rey se vio obligado a ceder ante la continua oposición a los decretos reales
y la predisposición al amotinamiento del propio Ejército
real. El 27 de junio ordenó a la nobleza y al clero que se unieran
a la autoproclamada Asamblea Nacional Constituyente. Luis XVI cedió
a las presiones de la reina María Antonieta y del conde de Artois
(futuro rey de Francia con el nombre de Carlos X) y dio instrucciones
para que varios regimientos extranjeros leales se concentraran en París
y Versalles. Al mismo tiempo, Necker fue nuevamente destituido.
La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su actividad movida
por los desórdenes y disturbios que estaban produciéndose
en las provincias (el periodo del "Gran Miedo"). El clero y
la nobleza hubieron de renunciar a sus privilegios en la sesión
celebrada durante la noche del 4 de agosto de 1789; la Asamblea aprobó
una legislación por la que quedaba abolido el régimen feudal
y señorial y se suprimía el diezmo, aunque se otorgaban
compensaciones en ciertos casos. En otras leyes se prohibía la
venta de cargos públicos y la exención tributaria de los
estamentos privilegiados.
La burguesía en París, temerosa de que la muchedumbre de la
ciudad aprovechara el derrumbamiento del antiguo sistema de gobierno y
recurriera a la acción
directa, se apresuró a establecer un gobierno provisional local
y organizó una milicia popular, denominada oficialmente Guardia
Nacional. El estandarte de los Borbones fue sustituido por la escarapela
tricolor (azul, blanca y roja), símbolo de los revolucionarios
que pasó a ser la bandera nacional.
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La Fayette |
Junto con la Declaración de los
Derechos del hombre y del ciudadano, los delegados formularon
los ideales de la Revolución, sintetizados más tarde en
tres principios, "Liberté, Égalité, Fraternité"
("Libertad, Igualdad, Fraternidad").
El 5 y el 6 de octubre, la población parisina, especialmente sus mujeres, marchó
hacia Versalles y sitió el palacio real. Luis XVI y su familia
fueron rescatados por La Fayette, quien les escoltó hasta París
a petición del pueblo. Tras este suceso, algunos miembros conservadores
de la Asamblea Constituyente, que acompañaron al rey a París,
presentaron su dimisión.
2.- La Asamblea Legislativa (1791-1792): elegida por sufragio
censitario y donde se impuso la tendencia republicana de los moderados
girondinos y los extremistas jacobinos sobre los defensores de la monarquía;
creó el ejército nacional para defender el proceso revolucionario
contra los demás monarcas europeos, ya que los nobles que habían
emigrado trataban de conseguir la ayuda de Prusia y Austria para restablecer
el "Antiguo Régimen".
El 17 de julio de 1791 los sans-culottes (miembros de una tendencia revolucionaria
radical que exigía la proclamación de la república)
se reunieron en el Campo de Marte y exigieron que se depusiera al monarca.
La Guardia Nacional abrió fuego contra los manifestantes y los
dispersó siguiendo las órdenes de La Fayette, vinculado
políticamente a los feuillants, un grupo formado por monárquicos
moderados.
El rey fue privado de sus poderes durante un breve periodo, pero la mayoría moderada
de la Asamblea Constituyente, que temía que se incrementaran los
disturbios, restituyó a Luis XVI con la esperanza de frenar el
ascenso del radicalismo y evitar una intervención de las potencias
extranjeras.
El 14 de septiembre, el rey juró respetar la Constitución modificada. Dos semanas
después, se disolvió la Asamblea Constituyente para dar
paso a las elecciones sancionadas por la Constitución. Durante
este tiempo, Leopoldo II y Federico Guillermo II, rey de Prusia, emitieron
el 27 de agosto una declaración conjunta referente a Francia en
la que se amenazaba veladamente con una intervención armada.
La Asamblea Legislativa, que comenzó sus sesiones el 1 de octubre
de 1791, estaba formada por 750 miembros que no tenían experiencia
alguna en la vida política, debido a que los propios integrantes
de la Asamblea Constituyente habían votado en contra de su elegibilidad
como diputados de la nueva cámara. Ésta se hallaba dividida
en facciones divergentes.
El centro de la cámara acogía al grupo mayoritario, conocido como el
Llano, que carecía de opiniones políticas definidas pero
que se oponía unánimemente al sector radical que se sentaba
en el ala izquierda, compuesto principalmente por los girondinos, que
defendían la transformación de la monarquía constitucional
en una república federal, un proyecto similar al de los montagnards
(grupo que por ocupar la parte superior de la cámara, recibió
el apelativo de La Montaña) integrados por los jacobinos y los
cordeliers, que abogaban por la implantación de una república
centralizada.
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María Antonieta ante un Tribunal Revolucionario (ampliar imagen) |
Antes de que estas disensiones abrieran una profunda brecha en las relaciones
entre los girondinos y los montagnards, el sector republicano de
la Asamblea consiguió la aprobación de varios proyectos
de ley importantes, entre los que se incluían severas medidas contra
los miembros del clero que se negaran a jurar lealtad al nuevo régimen.
Sin embargo, Luis XVI ejerció su derecho a veto sobre estos
decretos, provocando así una crisis parlamentaria que llevó
al poder a los girondinos.
A pesar de la oposición de los más destacados montagnards, el gabinete
girondino, presidido por Jean Marie Roland de la Platière, adoptó
una actitud beligerante hacia Federico Guillermo II y Francisco II,
el nuevo emperador del Sacro Imperio Romano, que había sucedido
a su padre, Leopoldo II, el 1 de marzo de 1792.
El deseo de entablar una guerra se extendió rápidamente entre
los monárquicos, que confiaban en la derrota del gobierno revolucionario
y en la restauración
del Antiguo Régimen, y entre los girondinos, que anhelaban un
triunfo
definitivo sobre los sectores reaccionarios tanto en el interior
como
en el exterior. El 20 de abril de 1792 la Asamblea Legislativa
declaró
la guerra al Sacro Imperio Romano.
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Marat, activista revolucionario, miembro de la Convención, contribuyó a la caída de los girondinos. |
3.- La Convención (1792-1795): que reclamó la República,
dio muerte al monarca e impuso un régimen de terror tal,
que nadie se sentía seguro después del asesinato de Marat
y la ejecución de Dantón, dos líderes revolucionarios.
La Convención pretendió borrar todo vestigio del pasado,
cambiando el calendario e introduciendo el culto a la diosa Razón;
mas, la posición extremista de Robespierre unió a
todas las fuerzas contra él y se le ajustició, junto a sus
colaboradores que habían llevado la violencia al paroxismo mediante
la implantación de ese régimen de terror.
Se impusieron importantes restricciones al poder de la Iglesia católica mediante
una serie de artículos denominados Constitución civil del
Clero:
— Confiscación de los bienes eclesiásticos
— Se permitió al Estado emitir un nuevo tipo de papel moneda,
los asignados, garantizado por las tierras confiscadas
— Que los sacerdotes y obispos fueran elegidos por los votantes
— Recibieran una remuneración del Estado
— Prestaran un juramento de lealtad al Estado
— Que las órdenes monásticas fueran disueltas.
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Toma de la Bastilla, 14 de julio de 1789. |
4.- El Directorio (1795-99): que fue un gobierno moderado y que,
ante el peligro de un retorno de la reacción o de un rebrote del
terror, acabó por ceder el poder a un joven general que se había
distinguido por sus victorias contra los austríacos en Italia:
Napoleón Bonaparte
Obra de Bonaparte
Este general dirigió y condujo la política francesa durante
quince años. Las campañas militares de sus ejércitos
difundieron los principios de la Revolución por todo el continente
europeo.
Gracias al prestigio que le dieron sus campañas de Italia
y de Egipto, pudo dar un exitoso golpe de Estado que le permitió
derrocar al Directorio y crear el Consulado, en el cual asumió
el cargo de Primer Cónsul. Tres años más tarde, se
declaró cónsul único y vitalicio, y un decreto senatorial
de 1804, ratificado por un plebiscito, lo proclamó "Emperador
de los franceses".
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Napoleón Bonaparte. |
La política internacional de Bonaparte estuvo dominada por sus
ambiciones imperialistas que lo llevaron a intentar el dominio de Europa.
Inglaterra organizó coaliciones para impedir el auge de un rival
tan poderoso. El emperador impuso a los países sometidos "el
bloqueo continental" para perjudicar los intereses económicos
de los ingleses: nadie podría importar ni exportar mercaderías
de Inglaterra. Para hacer respetar estas medidas, debió invadir
Portugal, hecho que lo llevó a intervenir en España. El
pueblo español se levantó contra el "usurpador",
organizó guerrillas e infligió las primeras derrotas al
ejército imperial (1808).
Para impedir la alianza anglo-rusa, Bonaparte emprendió personalmente
la campaña contra el zar. A pesar de sus triunfos, tuvo que retirarse
de Moscú. El invierno diezmó sus fuerzas y no le permitió
sofocar los nuevos levantamientos de los pueblos sojuzgados. Sus enemigos
lo derrotaron en Leipzig y lo enviaron a la isla Elba. Logró
escapar y gobernar a Francia durante cien días. Derrotado en Waterloo,
fue desterrado a la isla Santa Elena donde murió en 1821.
Bonaparte fue, a la vez, un héroe romántico, un hombre
de acción y de rápidas decisiones y un revolucionario que
consolidó los cambios exigidos por la burguesía al comienzo
de la Revolución. Organizó el Estado creando un modelo
que fue imitado por muchos países durante todo el siglo XIX. Entre
otras medidas, ordenó la redacción del Código
Civil, modernizó la administración pública,
uniformó el sistema de pesos y medidas aplicando el sistema
decimal, organizó la enseñanza fiscal (los liceos,
dependientes del Estado, reemplazaron a los colegios de la iglesia) y
adecuó la Universidad a las necesidades profesionales del
país.
Hechos y personajes de la Revolución:
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Condorcet
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Juego de la Pelota
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La Guillotina
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Dantón, el célebre
revolucionario francés, creador del Tribunal Revolucionario
y del Comité de Salvación Pública
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El conde de Mirabeau, diputado por
Marsella para los Estados Generales.
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Maximiliano Robespierre, jefe de
los jacobinos y organizador del Terror como sistema de gobierno
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Talleyrand
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Ejecución de Luis XVI (Museo
Carnavalet, París)
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Es propiedad: www.profesorenlinea.cl - Registro N° 188.540
El documental siguiente narra de forma extensa y detallada los
antecedentes y como se produjo la revolución francesa y sus efectos.
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